El escritor Lawrence Osborne viaja a los países donde beber es peligroso, o está prohibido, como Pakistán, Indonesia y Dubái, para jugarse el tipo en busca de un bar o echar un trago ilegal en su hotel mientras el muecín da la murga en plena Nochevieja.
Esta provocación le sirve para reflexionar sobre su adicción al alcohol, el papel de los bares en la vida social y las razones del que ha decidido afrontar la realidad con un vaso en la mano.
Exquisito, dandy y esnob hasta el fin, y muy, muy divertido -con una prosa muy ágil y juguetona- Osborne también visita países algo más tolerantes como su querido Líbano o Egipto, donde se traza la frontera entre las sociedades mojadas y las secas, e invita con una sonrisa a pensar por qué se bebe mientras defiende con etílicos y muy filosóficos argumentos el placer de soplar ante el careto incrédulo de los moralistas y los fanáticos.
Iván Alonso Pérez